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    Entrevista a Pascal Gambirasio autor de El Rito Escocés Rectificado

    • Fecha:07-01-2022
    Entrevista a Pascal Gambirasio autor de El Rito Escocés Rectificado

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    Con la colaboración de Ramón Martí Blanco

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    MASONICA: Evidentemente, la primera pregunta va en el sentido de saber, por qué razón ha decidido escribir un libro sobre el Rito Escocés Rectificado, tema a propósito del cuál en Francia, -a diferencia que en España- de un tiempo a esta parte, se han efectuado buen número de publicaciones, ¿qué es lo que su libro pretende aportar en particular?

    Resulta muy cierto que, durante decenios, se publicaron pocos libros dedicados al Rito Escocés Rectificado, y que salvo las obras de Jean Tourniac, podría inclusive haberse dicho que este Rito era el gran ausente de la literatura masónica, curiosamente en Francia que, a la postre, es justamente su verdadero país de origen, en la medida que la “Rectificación” fue operada bajo impulsión de los Masones franceses, entre los cuales y de manera destacada, por supuesto Willermoz, y sabiendo que el Convento de Wilhemsbad de 1782, no hubiera podido tener lugar, de no haberse efectuado primeramente el de Lyon en 1778.

    Es pues una situación tan incomprensible como injusta, tener que constatar esta laguna o indiferencia en el seno de una literatura, por otra parte, tan abundante en este ámbito. Sin embargo, a la vista de lo que viene sucediendo desde hace unos años, toda novedad y toda abundancia, comporta su parte de cosas buenas y también de cosas malas, sabiendo que estas últimas son mucho más difíciles de rectificar (¡ésta es la ocasión para decirlo!) que hacer entender las primeras.

    Finalmente, en mis anteriores obras, he tratado sobre esta vía de interioridad cristiana que se expresa en particular en la tradición caballeresca, al igual que en su lenguaje simbólico, la heráldica. He querido por tanto, proseguir esta misma acción interesándome, en esta ocasión, más particularmente en esta vía original, conocida y desconocida a partes iguales (a menudo alterada) la cual, si bien se encuentra vinculada por la configuración de sus cuatro primeros grados con la Masonería en general (lo que la perjudicaba a ojos de muchos, habida cuenta del estado general de la francmasonería del siglo XVIII), no deja de constituir un corpus y un fondo específicos que sobrepasan esta simple visión “formal” y merece una mayor profundización en sus arcanos.

    M.: ¿Puede hacer más explícita su exposición?

    Por supuesto. Ante todo, conviene recordar muy brevemente lo que es el Rito Escocés Rectificado, no reduciéndose a ser un simple Rito entre otros en el seno de la familia masónica, de la que adopta no obstante las formas (en cuanto a su clase simbólica) porque en Occidente es la que ha perdurado de manera más estable. De este modo, desde su “formación” en el siglo XVIII a partir del corpus de la iniciación de oficio y el de la auténtica caballería, este modus operandi spiritualis -definámoslo así- que tomará por nombre Rito Escocés Rectificado, y en la medida que, permanezca indefectiblemente en completo respeto con los dogmas cristianos, encarna por su enseñanza metafísica, a través de sus textos y símbolos, la vía iniciática mayor del esôterikós (ἐσωτερικός) cristiano. Recordemos que esôterikós significa lo que es interior (al corazón) y expresa, en el seno del cristianismo, no dos vías de naturaleza distintas, sino dos modalidades gemelas enfocadas al Reino de Dios: la vía mística y la vía iniciática que, pueden confluir y coincidir, por otra parte, en una misma persona.

    Este es un punto fundamental, que no admite rodeos y, resulta innegociable como se dice actualmente, que yo me esfuerzo en explicar, pero que algunas de las obras publicadas en estos días olvidan, descuidan e incluso niegan abiertamente. Y esto es perjudicial para esta vía [el Rito Escocés Rectificado] que queda entonces presentada de manera errónea y puede aparecer, especialmente a ojos de muchos cristianos, como siendo, cuando menos inútil y en los peores casos contraria a las enseñanzas de la Iglesia.

    En este libro como en otros, he escogido precisamente el término griego esôterikós (ἐσωτερικός) ya que expresa radicalmente (en todos los sentidos del término) de lo que se trata, permitiendo ponerse en guardia ante toda posible desviación semántica, al igual que apartarse de las múltiples desviaciones de corrientes pseudo “esotéricas” y autodenominadas “iniciáticas” que envenenan el entendimiento de aquellos que seducen, a la vez que desacreditan esta vía de interioridad a ojos de otros, desnaturalizándola de una manera u otra.

    M.: A la vista de lo que acaba de indicarnos, ¿cuáles son los temas que aborda en el libro?

    Tiendo a recordar cuáles son los principios esenciales a tener en cuenta en este tipo de asuntos; digo recordar, ya que, a fuerza de constatar, por desgracia, que muchos han perdido de vista dichos principios o los ignoran totalmente, porque nunca nadie se los ha enseñado antes. Por supuesto, me esfuerzo en explicarlos lo mejor posible, y en primerísimo lugar aquello que constituye el carácter único del esôterikós cristiano en la Historia de las espiritualidades humanas, pero no se trata aquí de una tesis personal que no tendría entonces más que el valor de una opinión subjetiva. Es nuestra tradición cristiana, la que siempre lo ha entendido así y en la que me inscribo con la humildad evidente que el caso requiere. Sin embargo, esta tradición se encuentra combatida y desnaturalizada desde hace más de dos siglos.

    ¿Cuáles son estos principios? se preguntará… Para ser sucintos a pesar de la densidad del asunto, me limitaré a indicar esto: primeramente, esta vía de interioridad que denominamos en Occidente, vía iniciática, expresada de manera preeminente por el Rito Escocés Rectificado, consiste en la profundización metafísica de la fe, luego y en consecuencia, de la integridad y la integralidad de los artículos del Credo, sin ningún acomodo al gusto particular de cada uno. La metafísica, todo el mundo lo sabe, es la parte más interior (o superior) de la teología. En el caso que nos ocupa, integra también un conocimiento de la Cábala tradicional, para ser más exactos, a la luz de la revelación cristiana. Naturalmente, esta acción de conocimiento -situada en oposición a todo Gnosticismo- debe inscribirse en una vía orante y sacramental tal como la Iglesia enseña y transmite, a fin de extraer su legitimidad y fecundidad en y por las gracias divinas. En segundo lugar, bien es cierto que los rituales (estos símbolos traducidos en actos) del Rito Escocés Rectificado, que constituyen la osamenta pedagógica, al igual que a la puesta en dinámica de vida, se asemejan a los ejercicios espirituales existentes en la Iglesia para ayudar a la edificación de la vida cristiana. Por último, el acto espiritual de transmisión de cada grado, como sucede con el adobamiento caballeresco, debe entenderse como un sacramental, en el sentido teológico del término (no confundiéndolo con los sacramentos); ni más ni menos.

    Una vez planteados estos principios, es de importancia capital, enunciar otro más al que estos se encuentran absolutamente subordinados: únicamente los sacramentos, justamente -en primerísimo lugar, aquellos que la teología define como los de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía (calificado este último como el “sacramento de los sacramentos”, al que todos los otros le están ordenados)- son necesarios y suficientes para obtener las gracias que llevan a la Salvación: la resurrección de la carne y la vida eterna en el Reino de Dios. Así mismo, entendámoslo bien: esta vía iniciática no aporta ningún “plus” en el camino de la Salvación, sino que responde a la vocación de los “hombres de deseo”, de acuerdo a las palabras de Juan en el Apocalipsis, que tienen sed de conocer más íntimamente al Señor por este camino específico del esôtérikós, conduciéndolos a través de sus diversos jalones a un “más cerca” de Él. Por lo demás, es justamente esto, lo que me he dedicado a exponer en mis otros libros. Con esta obra, quiero sacar a la luz (es claramente este término, el que en este caso aquí conviene) un encaminamiento específico existente en Occidente que participa de este encuentro con Dios y luego después con uno mismo: el Rito Escocés Rectificado.

    Sin exclusividad ni superioridad, en relación a otros encaminamientos cristianos, pero, en la plenitud de su especificidad, esta vía del Rito Escocés Rectificado presenta toda su legitimidad y fecundidad espirituales. En el seno del cristianismo, como acabo de precisar hace un momento, no existe diferencia de naturaleza, sino tan solo de modalidad entre estos diferentes caminos de encuentro con el Señor, con tal que permanezcan fieles al Evangelio y a los sacramentos de los que la Iglesia es garante.

    De este modo, la constatación resulta clara: en oposición a la desnaturalización de este esôterikós vehiculado en particular desde hace dos siglos por una Francmasonería profanada, a menudo atea e incluso anticristiana y por una multitud de movimientos pseudo espirituales, el Rito Escocés Rectificado, con la condición expresa de ser enseñado y practicado en el espíritu y marco que acabo de exponer, se presenta como una real vía de ascesis y constituyendo pues, lo que me atrevo a definir sin temor: un camino de vida cristiana.

    M.: Su libro, ¿se presenta pues como un recordatorio de los fundamentos cristianos del Rito Escocés Rectificado y su primacía sobre este?

    Cuando anteriormente me he referido a una humildad en mi acción, no era una mera fórmula convenida, sino mi principal preocupación al aventurarme en este asunto. No tengo otras pretensiones, que el deseo de ser útil en la restauración, si acaso hubiera necesidad, de la naturaleza auténtica de esta vía cristiana, que es mucho más que un simple Rito en el sentido corriente del término, y a concurrir a que este Rito y el Régimen Escocés Rectificado no acaben deformados por análisis o tesis escritas aquí o allá al respecto, y que, a la luz del Evangelio y la tradición de la Iglesia inspirada por el Espíritu Santo, son simplemente erróneas, y en consecuencia perjudiciales, tanto para el mismo Rectificado como para aquellos que lo practican en esas condiciones y finalmente para el público que lo descubra bajo esas presentaciones falsificadas o truncadas.

    Repitámoslo, ya que ello es fundamental en el sentido pleno del término, el Rito Escocés Rectificado, o se inscribe por esencia en el marco y respeto absoluto de los dogmas cristianos o pierde su razón de ser, luego su eficiencia espiritual y, más todavía, su legitimidad. La lealtad y fidelidad, sin ningún tipo de restricción mental, que se deben a Dios, a su Verbo Encarnado, Jesucristo, al igual que a la Iglesia que Él mismo ha instituido como su Cuerpo Místico, es el primer deber de un cristiano y exigen de él, en este ámbito como en todo otro, un testimonio firme, constante, valeroso y vigilante, sea cual sea -por otra parte- la afección y estima que puedan tenerse hacia aquellos que se mantienen (todavía) alejados de estos principios enumerados.